Técnicas Terapéuticas:
No quirúrgicas
Consisten en la creación de una neovagina por medio de
presión intermitente sobre el esbozo vaginal, utilizando dilatadores
progresivamente mayores.
Esta modalidad, descrita por Frank en 1938, cuenta
entre sus ventajas, el ser no invasiva, careciendo de los riesgos inherentes a
una cirugía; no deja cicatrices y crea una vagina con lubricación normal. Sin
embargo, requiere de una paciente altamente motivada, perseverante y paciencia
(puede tomar de meses a años). Debe usarse como primera línea de tratamiento,
ya que se ha visto una relación constante entre intentos reconstructivos
quirúrgicos previos y fracaso de esta técnica.
En un esfuerzo por perfeccionar este procedimiento,
minimizando principalmente sus incomodidades, Ingram ideó una variante de él.
Este se basa en utilizar el propio peso de la mujer como presión dilatadora,
acoplando un dilatador a una especie de "silla de bicicleta", sobre
la cual la paciente debe sentarse. Así, ella puede permanecer vestida, y
realizando actividades, mientras ejecuta la terapia. Sus resultados son
comparables, e incluso mejores, respecto de la técnica original, sin aumentar
la morbilidad asociada.
Quirúrgicas
En líneas generales, se recomienda ante el fracaso o
rechazo de un procedimiento no quirúrgico. El momento de realizarlo depende de
la paciente y el tipo de intervención escogida.
Existe un variado repertorio de cirugías de
neoformación vaginal, las cuales resumiremos a continuación, destacando sus
principales ventajas y desventajas.
Técnica de
Abbe-McIndoe: Es el procedimiento quirúrgico más
utilizado en la actualidad
Consiste en realizar una cuidadosa disección entre
vejiga y recto, formando así una cavidad, en la cual, acto seguido, se inserta
un "molde" vaginal, recubierto con injertos cutáneos, ya sean de
espesor parcial (epidermis y parte de la dermis) o total (epidermis y dermis en
su totalidad).
Dentro de sus ventajas, destaca el ser una alternativa
sencilla y segura, con muy baja morbilidad asociada. En cuanto a sus
inconvenientes, el principal es la tendencia de los injertos a la retracción,
con fracaso de la reconstrucción. Este hecho obliga a la utilización de
dilatación vaginal postoperatoria permanente, por tiempo variable. Por lo
tanto, si la paciente rechaza el manejo médico por tener que usar dilatadores,
la técnica de Abbe-McIndoe no constituye una alternativa para ella.
En los últimos años, se han probado otros materiales
para la reparación, que mejoren y aceleren los resultados positivos,
minimizando al máximo las desventajas y complicaciones. Entre éstos destacan
amnios humano, peritoneo, injertos de mucosa vesical, y compuestos sintéticos.
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